Entrevista en El Mostrador
marzo 2020
Hablaron en los últimos meses en lugares tan distintos como Alemania, Francia y Estados Unidos, tanto en eventos culturales como actos políticos, con audiencias de millones de personas. «Los premios son fantásticos para dicha visibilidad. Y en la medida que hay artistas locales que alcanzan audiencias internacionales, ponen al servicio su trabajo, su cuerpo, sus sensibilidades y enfoques para sensibilizar e, incluso, movilizar acciones concretas. En esa tradición es que se ubican Laferte, Tijoux y Sotomayor», señala una especialista.
Son mujeres jóvenes, conocidas y talentosas, y han utilizado tribunas internacionales para denunciar la situación de Chile en el mundo, especialmente las violaciones de los Derechos Humanos.
Mon Laferte (1983), Ana Tijoux (1978) y la cineasta Dominga Sotomayor (1985) lo han hecho en los últimos meses en lugares tan distintos como Alemania, Francia y Estados Unidos, tanto en eventos culturales como actos políticos.
«Es indudable que, en un mundo globalizado e interconectado, el reconocimiento y la fama van de la mano con la responsabilidad política», señala Eva Debia, autora del libro Insolentes. Historias femeninas desde lo políticamente incorrecto (Cesoc, 2019), que recoge las historias de 16 mujeres, entre ellas Gabriela Mistral, Violeta Parra o Margot Loyola.
En ese sentido, el éxito internacional convierte a este trío de artistas «en mucho más que un referente, porque también son la voz de miles de otras mujeres que en planos de anonimato defienden las mismas causas con igual vehemencia y tesón».
La pionera
Mon Laferte, en la cúspide de su carrera, fue pionera tras el estallido. En noviembre, en Las Vegas, a casi un mes del 18 de octubre, protestó con los senos al aire en la ceremonia de los premios Grammy Latinos, con la leyenda «En Chile torturan, violan y matan» escrita en el cuerpo.
La oriunda de la población Gómez Carreño, de Viña del Mar, ganó esa noche un premio Grammy por su disco «Norma» como Mejor Álbum de Música Alternativa, pero en la víspera ella misma manifestó en las redes sociales que estaba triste.
«Estoy aquí en Las Vegas y me siento como la mierda, viendo cómo en Chile se llevan detenidos a los niños. Siento impotencia, me duele el alma, me siento tan tonta estando acá. ¿Qué hago aquí? Debería estar allá con mi gente. No puedo dormir de pena», escribió.
Cabe mencionar que el arte comprometido política y socialmente no es nuevo ni en la música ni en ninguna otra manifestación artística, ni en Chile ni en el mundo, según Claudia Lagos, académica de la Universidad de Chile.
«En esa historia podemos encontrar a Pablo Neruda, De Rokha, Violeta Parra, Víctor Jara, toda la canción chilena y la Nueva Canción Chilena y un largo etcétera», detalla.
Otro buen ejemplo es la venida del actor estadounidense Christopher Reeve (Superman) a Santiago en 1987, para solidarizar con sus colegas chilenos amenazados de muerte, y la participación de diversos artistas en la campaña por el plebiscito del año siguiente.
«Los premios son fantásticos para dicha visibilidad. Y en la medida que hay artistas locales que alcanzan audiencias internacionales, ponen al servicio su trabajo, su cuerpo, sus sensibilidades y enfoques para sensibilizar e, incluso, movilizar acciones concretas. En esa tradición es que se ubican Laferte, Tijoux y Sotomayor».
No más Piñera
Tijoux hizo lo propio el pasado domingo, en Los Angeles, California, en un acto de campaña a favor del precandidato presidencial del Partido Demócrata, Bernie Sanders, quien ganó el Supermartes en dicho estado.
«No queremos más (Donald) Trump, no queremos más (Jair) Bolsonaro en Brasil, no queremos más (Sebastián) Piñera en Chile», afirmó allí la cantante.
“Me declaro totalmente antifascista siempre. Ya no queremos más supremacía blanca porque vivimos en un mundo lleno de colores, en nuestros cuerpos y en nuestras pieles, y eso es lo más lindo que tenemos como pueblo”, dijo.
Previamente, en noviembre pasado, la cantante fue aún más aguda en un programa de la televisión francesa.
Allí dijo que «la forma en que se articula el método de violencia en Chile es un sistema totalmente pinochetista que ha existido desde la dictadura: la forma, la articulación de los servicios secretos».
Cineasta pide dignidad
En tanto, un día antes del acto de Sanders, la cineasta Dominga Sotomayor habló fuerte y claro en la ceremonia de clausura de la versión número 70 del Festival de Cine de Berlín, uno de los más prestigiosos del mundo.
«Mientras estoy aquí delante de ustedes, es mi deber decir que el pueblo chileno está pidiendo algo muy simple: estamos pidiendo dignidad», señaló en un breve discurso.
Sotomayor estaba en Berlín como jurado de una nueva sección, Encounters. Habló ante un teatro repleto y sabiendo que sus palabras eran transmitidas a toda Alemania por la televisión abierta.
Durante todo el evento en Berlín, la ganadora del premio a la mejor dirección por su película Tarde para morir joven en el Festival de Cine de Locarno, donde fue la primera mujer en obtener dicho galardón, había sido testigo de las protestas por la situación chilena.
La presencia de autoridades de Gobierno generó manifestaciones durante la gala de apertura y frente al museo Martin Gropius Bau. En su interior colgó durante varios minutos un lienzo con la leyenda: «El Estado chileno viola, tortura y asesina a su gente», en inglés. Y la foto oficial de la delegación, incluido el subsecretario Juan Carlos Silva, se convirtió en un acto de protesta colectivo: hubo ojos tapados, una bandera de Wallmapu y carteles a favor de una nueva Constitución.
«En casa, mi familia, amigos y colegas están viviendo una crisis gubernamental que destierra la libertad a través de la represión y la violación de los Derechos Humanos», alertó Sotomayor.
El sentir de una industria
Su intervención «refleja el sentir y el pensar de toda una industria y eso es lo que hizo en Berlín», afirma la directora Pepa San Martín, que en 2016 ganó el Gran Premio del Jurado en la categoría “Generation” en la capital alemana.
«Creo que (sus palabras) fueron hermosas, fueron dichas con respeto y con honestidad, como es la Dominga, porque aparte de jurado de la Berlinale, la Dominga tiene un espacio que ha estado a disposición de todo este movimiento y eso se le agradece desde la industria y también desde la humanidad y desde lo civil”, añadió.
Joana Reposi, quien el año pasado logró el premio Teddy al Mejor Documental por Lemebel en la Berlinale, resalta que lo que está pasando en Chile no es ajeno a los cineastas.
«Por lo tanto, estas instancias internacionales de festivales importantes son escenarios donde los artistas cineastas demandamos lo que nos ocurre y los dolores que tienen nuestros países», afirma, junto con recordar que esto ha ocurrido en otras ocasiones, como en los Premios Oscar.
«El escenario y la tribuna donde los cineastas nos manifestamos es un espacio donde nosotros le explicamos al mundo o a otros países los dolores que estamos viviendo en carne propia o nuestros compatriotas, nuestros amigos en nuestros propios países de origen, y se suma también a todas las manifestaciones que hicimos de rechazo contra el Gobierno de Piñera en la Berlinale”, remató.
«Es muy coherente que una directora como Dominga Sotomayor utilice esta plataforma internacional y que también entienda la tremenda responsabilidad de poder estar en un lugar como ese y que esos lugares de difusión, esos lugares de atención internacional son necesarios, especialmente cuando, a pesar de todas las denuncias y los informes internacionales respecto a las violaciones de los Derechos Humanos, parece que la comunidad internacional está haciendo oídos sordos a lo que sucede en Chile”, coincidió Antonella Estévez, directora del festival Femcine.
Responsabilidad política
La dignidad de la que habló Sotomayor en Berlín no es un concepto cualquiera, como demuestra el nuevo nombre de la principal plaza de Santiago.
«La dignidad es un derecho humano, y los Derechos Humanos deben ser defendidos a todo evento, en todas las esferas en las que sea posible», afirma Debia.
«Creo que Anita, Mon y Dominga son conscientes de esta responsabilidad y, honrando el legado de las feministas que abrieron los espacios de voz antes que la generación actual, hacen uso de sus espacios para difundir y calar en la conciencia masiva con su mensaje, porque el arte se acerca desde allí, desde el sentir».
¿Tiene alguna importancia particular la voz femenina al realizar denuncias?
«Es muy importante que mujeres con tanta llegada a tantos públicos diversos visibilicen discursos críticos y denuncias como las que ellas han hecho», responde Lagos.
«Los estudios demuestran que la representación es muy importante para que actores tradicionalmente excluidos, discriminados o estereotipados en la esfera pública y política, como las mujeres, indígenas, trabajadores, etc., se reconozcan en la esfera pública con voz, con caras, discursos».
Mérito extraordinario
El músico Mario Rojas, bajista de De Kiruza y presidente de la Unión Nacional de Artistas (UNA), cree que es un mérito extraordinario en sí mismo la vitrina internacional que poseen Tijoux y Laferte, sobre todo en tiempos donde muchos artistas deben apostar por la autogestión.
«Creo que es una obligación de todo artista plantearse frente a su público con la verdad, con los sentimientos genuinos que sienten en relación a los hechos que acaecen en su propia sociedad», afirma. «Es una alegría que los artistas jóvenes, con éxito internacional, tengan una postura frente a la realidad del país», en contraste con otros que solo se vinculan con el mercado, en sus palabras.
Otros, como el diputado Amaro Labra, se declaran felices y agradecidos «de la existencia de Mon y Ana, con capacidad internacional de sumar denuncia, opinión y defensa de los derechos de nuestro pueblo que crece a nivel multinacional».
«Ellas representan a mujeres valientes y conscientes con nuestra historia, memoria y justicia, siempre llenas de amor y consecuencia», celebró el histórico vocalista del grupo Sol y Lluvia.
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