Revista Lector, Francisca Gaete
A Eva le encanta escribir, constantemente está escribiendo. Como ella dice, «el impulso de escribir ha estado siempre conmigo». Editado bajo Ediciones del Gato, Tránsito Interior es su sexto libro. Es un trabajo íntimo, que busca dar la mirada de varias aristas y, en esta entrevista, nos relata cómo fue el proceso creativo de la obra, en qué se inspiró, entre otras cosas. Con ustedes Eva Débia Oyarzún.
—¿Cómo fue escribir tu sexto trabajo?
—El impulso de escribir ha estado siempre conmigo; es la forma que tengo para ordenar mis ideas, para imaginar posibilidades y para mirar el mundo. Siempre estoy escribiendo, donde sea y como sea; crónicas, poesía, narrativa suelta, microficciones.
Los últimos cinco años han sido peculiarmente intensos por lo que todos sabemos y vivimos (estallido, la pandemia con el consiguiente encierro eterno y un progresivo retorno a la presencialidad, los flujos políticos del país con la ideación de una nueva Carta Magna) pero además me tocó experimentar una serie de factores en el fuero interno: he vivido algunas operaciones importantes, tuve depresión a raíz de una situación de acoso laboral, me desprendí de la idea de ser madre con el consiguiente duelo y al año siguiente quedé embarazada en plena crisis mundial por Covid, falleció mi abuela materna, como familia le dijimos adiós al lugar donde estuvo la casa de mis padres por más de 30 años.
Así, entre tanto acontecimiento público y privado, a principios del 2023 me di cuenta de que tenía muchísimo material desperdigado entre notas y apuntes varios en cuadernos, el celular, el computador; conversando con mi editora, me preguntó por qué no lo reunía todo para ver qué salía, y así nació este Tránsito interior…
—¿Por qué el nombre, Tránsito Interior?
—A fines del 2018 publiqué mi tercer libro, un trabajo muy cuidado de microcrónicas llamado Tránsitos Urbanos. Ese proyecto nació en pleno caos personal y ya podía avizorarse un país medio asfixiado debido a la alta crisis social. Así, mientras lanzaba ese libro seguía escribiendo por aquí y por allá. Entonces, como una posibilidad de darle una continuidad a ese proyecto que son las crónicas narrando la mirada de una periodista que recorre la ciudad por distintas vías, se gestó este nuevo proyecto con una visión más íntima e híbrida, porque combina poesía y narrativa. Por lo tanto, podemos decir que Tránsito Interior es hermano de Tránsitos Urbanos.
—¿Cómo fue el proceso creativo de este libro?
—Inesperado, a decir verdad. En un principio tenía estos textos atomizados y, si no fuese por el ojo cuidado de mi editora, creo que no hubiéramos dado con la obra tal y como se muestra finalmente. Dado que escribo desde la urgencia en momentos muy diversos, encontrar una línea de coherencia, un trayecto de historia para aglutinar un libro en sí mismo, es puro talento de doña Lilian Flores Guerra.
—¿Qué querías retratar con estas reflexiones, relatos?
—Este libro tiene muchas facetas de intensidad personal y colectiva; hay memoria, reclamos, feminismo, esperanzas, frustración y diagnósticos mentales, miedos, triunfos, derrotas. Hay una intención de mostrar recortes de Chile en distintos frentes, con una voz narrativa que se enfrenta a ello como puede: con mascarilla, pancartas, faja postparto, empastillada, curando heridas mientras se abren otras, nuevas e inesperadas. Hay mucho de reflexión política y de denuncia, porque en los últimos años vivimos como sociedad hechos sumamente potentes; es parte de esta necesidad frustrada de registrar la historia como periodista, pero mostrando el lado B de del afuera y el adentro. Por eso hay relatos y crónicas que se contrastan con la poesía, mucho más personal.
—¿Qué te inspira a la hora de escribir?, ¿tiene mucho de tu vida?
—Me inspira lo que me remece y eso está transversalizado por las carencias y las desigualdades de quienes son más vulnerables: infancia, ancianidad, pobreza, discapacidad, migrancia, divergencia. Nuestro país está muy pero muy herido, y no hemos sido capaces como sociedad de trabajar seriamente para subsanar las injusticias históricas. Tránsito Interior tiene como dedicatoria «lo personal es político», precisamente porque desde que defino mi camino desde el feminismo (que es un trabajo full time, porque requiere una constancia madura desde la coherencia entre el actuar, el pensar y el sentir) entiendo que es imprescindible realizar trabajo colaborativo para conseguir cambios sustanciosos; el sistema patriarcal hegemónico, capitalista, predador y competitivo por esencia, siento que está desgastado desde sus propias violencias intrínsecas. Es tiempo de buscar vías más sororas, amorosas, empáticas y conjuntas de mirar el mundo.
—¿Cómo ha sido editar Ediciones del Gato?
—Estoy feliz con la casa editorial de mis dos últimos libros. Suele suceder en la escena del libro que nos topamos con muchos emprendimientos que se llaman a sí mismos editoriales, pero en realidad no editan, sino que toman el trabajo en crudo, lo diagraman y luego lo venden. En el caso de Ediciones del Gato, se trabaja con cada uno de los eslabones propios de la cadena del libro: desde masticar la idea, trabajar en la edición (Lilian tiene una varita mágica en vez de un lápiz rojo, estoy segura), la diagramación y la ideación de una portada acorde al espíritu del texto, hasta la distribución y la puesta en venta en los escaparates de librerías. Es un honor ser parte de su catálogo.
—Si pudieras conversar con alguien (escritora, poeta), ¿con quién sería? ¿Por qué?
—¡Qué difícil pregunta! Me encantaría conversar con todas las que me han hablado a través de su trabajo: quisiera preguntarle a Louise May Alcott por qué no le gustaba Mujercitas; me tomaría un tecito con la Mistral para ver si me cuenta sobre su no binarismo; saldría de juerga con la Storni para hablar de neurodivergencias, y con Pizarnik para hablar de depresión endógena. Juntaría a Safo y a Sor Juana en un after, a ver qué pasa; abrazaría en silencio cariñoso toda una tarde a la Wilms Montt; café negro en mano, conversaría con Simone de Beauvoir para enojarnos juntas porque se le considera todavía la sombra de Sartre; hablaría de asco y de náuseas políticas con Stella Díaz Varín; le pediría patudamente una entrevista a Marta Brunet, y una clase magistral a María Luisa Bombal… ¿Ves? ¡Es imposible elegir a una sola!
—¿Qué significan los espacios, por ejemplo, el metro, en tus relatos?
—Los espacios comunes de las ciudades están llenos de historia: ese espacio medio muerto y medio vivo, donde la humanidad va tejiendo reflexiones mientras llega a un destino que también es transitorio, detona mucho mi apetito imaginativo. Eso es el transitar; ir de un lado a otro, en lo emotivo, en lo personal, en lo social. Y tejemos esto en los entretiempos, tomando el metro, un auto, la micro, caminando. Entonces, el transitar me llena siempre de preguntas muy diversas… ¿En qué va pensando la señora que se mira las manos? ¿Qué hay detrás del llanto disimulado del hombre de la esquina? ¿Cómo se las ingenia la mamá de cinco criaturas para cruzar la calle?
—¿Dónde podemos encontrar tu libro?
—Pueden conseguir Tránsito interior con despacho a todo Chile en la web de Ediciones del Gato, Revista Te Leo y también en librerías como Qué Leo 40, Qué Leo Mil Tobalaba, Qué Leo Forestal y Nueva Altamira.
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